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27 de Enero de 2023 a las 09:02

Cubiertas

Quien tiene una cubierta verde, tiene un tesoro
Montserrat Bosch González

La voluntad de introducir nuevo verde en las ciudades, cuando éstas son densas, compactas y disponen de pocos espacios de oportunidad, como es el caso de muchas de nuestras ciudades, obliga a transformar y/o reutilizar espacios infra o no utilizados como son las cubiertas de la edificación existente.

Según datos del Ayuntamiento de Barcelona, por poner un ejemplo, el 67% de las cubiertas de la ciudad son azoteas, es decir, cubiertas planas y generalmente accesibles, y de ellas, el 20% presentan características óptimas para el aprovechamiento solar. Estas consideraciones están estrechamente relacionadas con aspectos arquitectónicos, tecnológicos y constructivos, y por tanto es necesario identificar las posibles dificultades o limitaciones que este tipo de intervenciones conllevan.

Según los trabajos de identificación de barreras y oportunidades para la implementación de cubiertas verdes en edificación existente, realizados a partir de una convocatoria de ayudas para el desarrollo de proyectos en el marco del Compromiso de Barcelona por el Clima 2018, se identificaron dos problemáticas principales: la situación previa en la que se encontraban las cubiertas en las que se pretende actuar; y las limitaciones de los sistemas estructurales para aceptar nuevas sobrecargas permanentes.

En este sentido, y según nuestra experiencia, la situación previa de las cubiertas es muy diversa y está directamente relacionada con el sentido de pertenencia del espacio comunitario en la propia comunidad de vecinos. En edificios bien gestionados, con un mantenimiento adecuado y en los que la azotea ya era de uso comunitario antes de la propuesta de intervención, las dificultades y problemáticas son menores. Pero en edificios donde estos espacios se han considerado residuales, se acumulan no sólo desechos y suciedad, sino que se convierten, a la larga, en “cementerios” de chatarra tecnológica: aparatos de aire acondicionado obsoletos, antenas en desuso, depósitos de agua, chimeneas de extracción de humos de actividades en Planta baja o de calderas, y cableado diverso, a menudo mal fijado e innecesario. En algún proyecto, reordenar todo este equipamiento con criterios de sostenibilidad y optimización de recursos puede comportar meses de gestión con compañías suministradoras de servicios y con la propia administración.

En cuanto a las sobrecargas que puede comportar una solución de cubierta verde, es necesario tener en cuenta el peso propio que depende, obviamente de los materiales a aportar y de sus espesores, que pueden variar entre 10 y 40 cm en total. Para el predimensionado de los pesos, debe tenerse en cuenta no sólo el peso propio de las diferentes capas sino también el peso de las soluciones saturadas de agua: 10 cm de tierra pueden ser fácilmente 200 kp/m2. Éste es un problema especialmente crítico en edificios antiguos, con sistemas estructurales de forjados a menudo unidireccionales y que deben verificarse previamente mediante un diagnóstico estructural. Hay que tener en cuenta que, en caso de que sea necesario hacer un refuerzo estructural o transmitir las sobre cargas hacia soportes o muros, la intervención se encarece sustancialmente. Y también hay que tener en cuenta las nuevas sobrecargas que se pueden generar al reconvertir en transitable una cubierta que no estaba dimensionada para ello.  

En menor escala, son también importantes aspectos como la accesibilidad a las cubiertas, normalmente no adaptadas, la seguridad tanto para los propios usuarios si las barandillas son bajas como de prevención de intrusión y/o vandalismo en los nuevos espacios creados. Y durante la ejecución, la accesibilidad genera ciertas dificultades, tanto en lo que se refiere a la subida de material a cubierta como a la retirada de escombros y otros materiales de derribo y/o deconstrucción.

Se dan otras cuestiones relacionadas con las instalaciones y servicios que deben proporcionar estos nuevos espacios de convivencia y que deben garantizar, además, la pervivencia de las especies vegetales incorporadas. Es imprescindible el acceso a redes de suministro: puntos de agua, luz y comunicación, cada día más importantes dada la tendencia a definir pautas de uso, de encendido y apagado a partir de redes inalámbricas; verificar el sistema de recogida de aguas e incorporar sistemas de regulación, filtrado y/o recuperación de recursos hídricos.

Y no debemos olvidar un aspecto arquitectónico como es el diseño del espacio: la mejora estética de un espacio infrautilizado depende de un buen proyecto que debe dar respuesta a las necesidades y demandas de las comunidades sin renunciar a la viabilidad económica, el mantenimiento ajustado, un consumo de recursos lo más limitado posible y una evaluación ambiental de la intervención que recoja aspectos como la elección y selección de materiales de bajo impacto ambiental, no contaminantes, con poca energía embebida, que generen pocos residuos y, a poder ser, de proximidad y relacionados con la economía circular.

Hay que estar atentos, también desde el punto de vista del proyecto, a las limitaciones normativas, ordenanzas municipales u otras limitaciones de carácter legal que normalmente difieren entre municipios o incluso entre distritos de la misma ciudad. Es cierto que las exigencias normativas limitan a veces las propuestas, pero sirven para garantizar cuestiones que, a menudo, no se contemplan, como el paisaje urbano o la interconexión entre los nuevos espacios y los corredores verdes.

Capítulo aparte merecen las intervenciones en edificios considerados patrimoniales y que disponen de características y condicionantes muy específicos, que en algunos casos incluso impiden incorporar una cubierta verde en la azotea, ya sea por cuestiones de reversibilidad, de protección de los elementos existentes o incluso por la necesidad de realizar refuerzos estructurales que pueden comportar unos sobrecostes económicos que invalidan las propuestas.

En cuanto a las normales prevenciones del sector en cuanto a las filtraciones, raíces que lesionan elementos y otras circunstancias, las cubiertas verdes, vegetales o ajardinadas no dan más problemas que las otras tipologías de cubierta plana. Así se desprende del  Estudio de daños en cubiertas planas publicado por la propia Fundación Musaat dentro de la Colección Estudio Sectorizado de Daños Constructivos en España (Manuel Jesús Carretero Ayuso et al. 2021).  De hecho, y en las conclusiones de este excelente trabajo que recoge más de 10 años de expedientes y un total de 4981 procesos patológicos, “el mayor y más frecuente problema de las cubiertas planas es la presencia no deseada de agua; esto es, la existencia de patologías relacionadas con las humedades y filtraciones (el 76,63% de las ocasiones) (…)” pero si nos miramos los datos con detalle, veremos que este porcentaje es bastante similar en los tres tipos de cubierta más habituales: transitables, no transitables y ajardinadas, con una casuística de 62%, 72% y 68% respectivamente. Podemos concluir que el hecho de que una cubierta sea o no ajardinada no aumenta la siniestralidad, ya que ésta está directamente relacionada con las deficiencias de impermeabilización, sea el tipo de cubierta que sea.

Para concluir, y después de años participando en proyectos que incorporan Soluciones basadas en la Naturaleza en la ciudad (NbS por sus siglas en inglés), podemos asegurar que la intervención en las cubiertas, desde el punto de vista tecnológico, ofrece una oportunidad de mejora del parque edificado, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de edificios en España tienen más de 50 años y, por tanto, son anteriores a las normativas de seguridad de uso, de prestaciones térmicas, de accesibilidad o reglamentos de instalaciones. También puede ser una oportunidad para racionalizar sus usos y evitar los abusos. Por nuestra experiencia, hemos podido constatar cómo las cubiertas se convierten en vertederos donde se acumulan materiales, antenas obsoletas, muebles, residuos orgánicos, suciedad e incluso se generan problemas sanitarios por la proliferación de plagas de insectos o pequeños mamíferos o aves. La rehabilitación de estas cubiertas añadiendo el verde debería ser una práctica a promover ya que los beneficios son múltiples y en los tres aspectos básicos de la sostenibilidad: social, ambiental y económico. Mejoran el comportamiento térmico de la cubierta, regulan la escorrentía de agua, absorben CO2, mejoran el confort térmico, acústico y visual, aportan nuevos espacios de calidad y revalorizan el inmueble. Pero lo más importante, tener un espacio de convivencia, verde, fresco y en nuestro mismo edificio, es un verdadero regalo. 

La Fundación Musaat no se hace responsable por la información, ideas, conceptos y opiniones emitidas por los autores en este blog.

 


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