3 de Noviembre de 2022 a las 08:05
La aprobación del RD. 1000/2010 sobre el visado colegial obligatorio plantó, en el horizonte de los colegios, negros nubarrones que presagiaban serias dificultades económicas y planteaban dudas sobre la necesidad de las potentes, en muchos casos, estructuras colegiales.
Los colegios ya habían visto, pocos años antes, como tenían que renunciar (por cambios legislativos y sentencias judiciales) a las tasas, prendas, o similar, que se cobraban a los clientes de los encargos.
Pero este nuevo R.D. además de limitar al máximo lo que se debía considerar como visado obligatorio, establecía que el coste del visado debía ser proporcional al trabajo que generaba ese visado. En la práctica eso significaba que no se podía, por ejemplo, cobrar la “cuota de intervención” de una dirección de obra en función de presupuesto de la obra, sino que todas las direcciones de obra debían tener una “cuota de intervención” unificada (o casi) ya que el trabajo del visado no dependía del presupuesto de la obra.
Ello obligó a los colegios a, por un lado, establecer unas cuotas de visado coherentes con el trabajo de supervisión y control que ejercía que, además, estuvieran lo suficientemente ajustadas para que, incluso en los trabajos que dejaba de ser obligatorio el visado, los colegiados prefirieran seguir visándolos.
Eso supuso un gran descalabro para los presupuestos de la mayoría de los colegios y, seguramente, el fin de las grandes inversiones. Pero, hay que reconocer, que los colegios se supieron adaptar a este nuevo marco de funcionamiento avanzando hacia un modelo de colegios que justifica plenamente su existencia. Han transcurrido doce años desde la publicación de ese Real Decreto y los colegios son más necesarios que nunca por lo que aportan a los colegiados y a la sociedad en general.
En cuanto al visado, y no me extenderé sobre ello, se ha consolidado como una “garantía” que demanda tanto los colegiados, como la administración, como la sociedad en general. No se ha creado ninguna alternativa válida a la garantía que ofrece un visado: certifica la colegiación, la competencia para el trabajo que se visa y la inexistencia de inhabilitación profesional.
Pero, y ahí es a donde voy, los colegios no existirían sin los colegiados. Los colegiados, nuevos y veteranos, ven que el colegio les ofrece un abanico de servicios concentrados en un mismo espacio que difícilmente podrían conseguir de forma individual y, en cualquier caso, a un precio mucho mas elevado. Asesorías técnicas con profesionales expertos en diferentes áreas, asesoría jurídica, asesoría fiscal, bolsas de trabajo, formación continua, etc, todo ello en un ambiente amigable de gran confianza.
Además, los colegios se han abierto a la sociedad y han puesto a su disposición sus conocimientos y sus infraestructuras. La mayoría de las instituciones (municipales, autonómicas o nacionales) cuentan con el asesoramiento y apoyo de los colegios en multitud de áreas relacionadas con la arquitectura, construcción, seguridad o urbanismo, por ejemplo.
Pero también la sociedad en general se dirige cada vez mas a los colegios profesionales para resolver dudas, solicitar asesoramiento y, si procede, conseguir un técnico adecuado a sus necesidades. Sin olvidar las funciones de intermediación cuando se hace necesario. Ello redunda en una imagen del colectivo profesional y de la marca “Colegio” que refuerza el significado y la utilidad del “Visado”.
Finalmente hay que reconocer que un colectivo unido y organizado es una potencia social que tiene capacidad de hablar y de ser escuchada lo que nos permite aportar a la sociedad nuestros conocimientos e influir en la redacción de normas que mejoren la calidad de la edificación.
Por tanto, ¿Cuáles son los objetivos de futuro de los colegios?: Seguir apoyando a los colegiados tanto de forma individual como colectiva a través de un asesoramiento y formación de calidad; seguir defendiendo sus intereses representando a la profesión donde haga falta y garantizarnos el reconocimiento del público en general y las instituciones a través de una presencia activa y productiva en la sociedad.
Actualmente, con la gestión de los fondos Next Generation para la rehabilitación energética, los Colegios, una vez más, han tomado la iniciativa en la creación o participación en oficinas de rehabilitación con el fin de ayudar a los posibles promotores a gestionar las ayudas correspondientes y facilitarles la contratación de técnicos que les redacten la documentación técnica correspondiente.
En definitiva, los colegios están mas vivos que nunca porque son más útiles que nunca.
La Fundación Musaat no se hace responsable por la información, ideas, conceptos y opiniones emitidas por los autores en este blog